Una reciente noticia sobre el cierre de comercios en el casco antiguo de Calahorra, publicada por La Rioja, pone sobre la mesa una realidad que afecta no solo a la economía local, sino también al paisaje urbano y cultural: con cada comercio que baja la persiana, desaparece también un rótulo, un letrero, una tipografía que formaba parte de la identidad visual de la ciudad.
Muchos de estos negocios, algunos con décadas de historia, contaban con rótulos artesanales, letras corpóreas, neones o cartelería pintada a mano que hoy son ya casi patrimonio desaparecido. Estos elementos no solo servían para identificar un establecimiento: hablaban del estilo de una época, de los materiales que se usaban, del carácter de quienes regentaban esos locales.
Los rótulos como memoria gráfica de nuestras ciudades
Los rótulos históricos cuentan historias. Conforman un archivo visual al aire libre que da personalidad a las calles y crea vínculos con quienes las transitan. Cuando un comercio cierra sin relevo y su rótulo desaparece, también se borra una parte de ese relato urbano.
Por eso, consideramos fundamental que en los planes de revitalización del casco antiguo de Calahorra —y de cualquier ciudad— se contemple también la protección, conservación o reinterpretación de estos elementos gráficos. Ya sea integrándolos en nuevos proyectos, documentándolos o simplemente dándoles el valor que merecen como parte del patrimonio visual urbano.