La historia de la rotulación en Sevilla: un legado de siglos

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La rotulación de las calles de Sevilla cumple cuatro siglos, un testimonio del arte y la funcionalidad que ha perdurado a lo largo del tiempo. Este proceso, que comenzó en 1578, ha sido fundamental para guiar a los habitantes y visitantes de la ciudad. La cerámica sevillana ha jugado un papel crucial, aportando belleza y personalidad a la señalización. Recientemente, la ciudad ha renovado más de 2,000 placas para mantener viva esta tradición, adaptándola a las necesidades contemporáneas sin perder su esencia histórica.

Este proyecto, liderado por el Ayuntamiento, busca no solo mantener la estética única de la ciudad, sino también reflejar la evolución de sus barrios y sus habitantes a través de la rotulación. Las nuevas placas respetan el diseño original pero incorporan mejoras en cuanto a visibilidad y durabilidad. Los rotulistas, como artesanos de esta tradición, han sido clave en esta renovación, asegurando que cada pieza sea un equilibrio entre historia y modernidad.

La cerámica vidriada, característica de las placas de calles, representa la conexión de Sevilla con su pasado artístico. Los barrios como Triana, donde se produce buena parte de esta cerámica, tienen un protagonismo especial en el proyecto. Además de ser un símbolo de identidad local, estas obras reflejan un trabajo artesanal que resiste al paso del tiempo.

Para los profesionales de la rotulación, este proyecto es un ejemplo de cómo una técnica ancestral puede mantenerse relevante, destacando la importancia de preservar el patrimonio mientras se innova en los métodos de producción. La rotulación, más allá de ser un oficio, es una forma de arte que enriquece el paisaje urbano y la memoria colectiva de las ciudades.

En Sevilla, la rotulación de calles es más que una necesidad práctica; es una expresión de la historia viva de la ciudad.

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